sábado, 24 de junio de 2017

PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI EN BUENOS AIRES


Como todos los años el pasado Domingo 18 de Junio se realizó por las calles céntricas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la tradicional procesión del Corpus Christi, organizada por la iglesia María Medianera de todas las gracias de la Sociedad Pío X.
Aqui les compartimos algunas imágenes tomadas de la Website de esa comunidad religiosa.








martes, 20 de junio de 2017

EN EL DÍA DE LA BANDERA ARGENTINA



"La Bandera es ese paño que simboliza la Patria,
y es el manto de la Virgen, Patrona de toda hazaña,
que por eso fue creada de color azul y blanca.

Cuando hizo falta una enseña justo previo a la batalla,
la que resistió al demonio en las selvas tucumanas,
la que envolvió al camarada en ese último viaje,
hacia las mismas entrañas de la tierra americana,
la que ha tremolado al viento sobre tantas mentes claras,
defendiendo a la Nación de invasores de otras playas.

La que llena de crespones mordiendo penas y lágrimas,
Cada 2 de Abril recuerda su gesta contemporánea.

Cuando jures la Bandera y te acerques a besarla,
piensa que pones los labios en el rostro de la Patria.

Será el gesto más puro, la caricia más honrada,
porque al besar la Bandera, besas la Argentina amada.

Entre sus pliegues de seda se quedarán tus palabras,
para que el Señor te premie si las cumples y las guardas.

Y si al fin mueres por ella, ella será tu mortaja.
Tu cuerpo descansará en los brazos de la Patria,

porque te juro hijo mío,
¡Argentina está completa en la enseña azul y blanca!

Alberto Ezcurra

sábado, 17 de junio de 2017

VOLUNTARISMO “CATÓLICO”


Comida sin hablarles de Dios
Por: P. Miguel 
Un pecado muy común del apostolado moderno es el voluntarismo: aquella vieja herejía según la cual bastan nuestras obras para alcanzar la salvación. Este voluntarismo “católico” de nuestros tiempos ataca principalmente al apostolado; su interés es práctico, porque no quiere cambiar la doctrina, sino simplemente “mejorar la pastoral”.
En efecto, el voluntarista considera que el hacer es más importante que el ser. Quiere crear un “mundo nuevo”, y lo quiere hacer porque considera que este mundo es una realidad obsoleta y mala. Una especie de plan fallido. Un mundo que debe ser mejorado por el hombre –recreado, más bien– a partir de la sola acción humana y de una ética que tiene poca o ninguna relación con Dios: ecologismo, multiculturalismo, y otros “ismos” de moda. El hombre voluntarista se ensalza como un nuevo y definitivo creador, porque… ¿acaso no tiene ya unos cuantos millones de años de experiencia y evolución?
El apóstol voluntarista no cree en la gracia y los auxilios de Dios. Dice que sí cree, pero lo hace de boca para fuera, porque espacio a la tal gracia no da. En realidad, poco le importa vivir en Gracia. ¿Ya preguntaron al dirigente de turno en la parroquia cuándo fue su última confesión sacramental? Quizá Dios tenga demasiadas cosas en el cielo de qué ocuparse y no debamos molestarlo más.
El voluntarista quiere ser “cooperador” de Dios. Pero ¿qué digo? Sustituto de Dios. Por tanto, todo lo que suene a devoción, piedad, liturgia, estudio, oración, formación (la verdadera, la que forma virtudes, no la que simplemente da unos subsidios que se deben repetir como loritos) es tomado como pérdida de tiempo. Hay que formar apóstoles –dice el voluntarista–, gente comprometida, concientizada… etcétera. En realidad, lo que hará es formar autómatas repetidores de consignas para lelos, pero jamás hombres libres y dueños de sí mismos.
Por lo que sigue, un signo de ese virus voluntarista que tenemos dentro de nuestros cuadros apostólicos es la minusvaloración de la liturgia. Porque el voluntarista cree que la belleza litúrgica es un ensayo de esteticismo y piedad estéril. El voluntarista piensa que la oración y la liturgia son una pérdida de tiempo; y si no, hay que convertir la oración en momentos “dinámicos”; o sea, que no parezca oración. Y para eso, vale todo y cualquier cosa que a cualquiera se le ocurra: cualquier canto, cualquier dinámica, cualquier gesto, cualquier aplauso y ningún silencio. No sea que a Dios se le ocurra hablarnos.
Para que todo quede más claro, digámoslo de una vez: no acabamos de comprender el valor apostólico y misional de la oración, la liturgia y el estudio serio y silencioso. Todavía creemos que haremos más por los niños vistiéndonos de payasos –y haciéndonos de payasos– que abriéndoles a ellos las puertas de la liturgia y la oración para que puedan ver a Dios. Todavía creemos que hacer saltar y reír a los jóvenes es más importante que enseñarles la verdad y formarles para amar el bien.
Y mientras sobrevaloremos el hacer sobre el ser, seguiremos perdiendo almas –sabemos para quién– como sucede en el Brasil, donde el último año hubo una reducción de 9.000.000 de fieles católicos que se pasaron a las sectas protestantes. O sea, es como si todo el Paraguay se hiciera de repente miembro de alguna de esas iglesias de garage que llevan como nombre “Sai capeta” (Sal Satanás) o “Iglesia Evangélica la Serpiente de Moises”, por sólo citar algunas.
Así pues, el secreto es muy sencillo: San Pedro y los apóstoles pasaron toda la noche orando en Pentecostés, a la mañana salió Pedro a la puerta del cenáculo y predicó solamente tres minutos, convirtiendo aquella mañana a tres mil personas. Nosotros, en cambio, predicamos tres mil horas para convertir quizá a unas tres personas, y esto si es que alguien llega a convertirse, que no es lo mismo que pasarse de un grupo o movimiento a otro.